El Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla

El Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla

Nuestro tercer itinerario llega al Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla, la Patrona de Segovia, cuyo templo está situado en el Barrio de Zamarramala.

 

Empezamos en el Acueducto

Otra vez desde el Acueducto emprendemos camino por la Vía Roma, o por su paralela y muy antigua calle de Gascos (en casas de esta calle se alojaron los gascones que trajeron al cristo yacente que se venera en San Justo), que nos dejarán en la plaza de San Lorenzo, conformada por edificios con fachadas de tipo popular y presidida por el templo de ábsides románicos y torre mudéjar; el pórtico contiene algunos capiteles de gran belleza. En el interior hay que admirar un bellísimo tríptico gótico de la piedad, de Benito Girarte, pintado por Rodrigo Segovia. Este es uno de los barrios o arrabales más pintorescos de la ciudad, donde en tiempos pasados la mayoría de sus vecinos se dedicaba al cultivo de huertas, que abrazaban al caserío por todos los costados. En esta barriada nació el gran teólogo del Concilio de Trento y confesor de Carlos V, Domingo de Soto.

 

Por la Ribera del Eresma

Atravesamos todo el barrio hasta cruzar un pequeño y antiguo puente sobre el río Eresma, que nos permitirá acercarnos al monasterio cisterciense de San Vicente el Real; es un conjunto de edificios, por lo que abundan los tejados, levantado sobre un templo pagano. Fue fundado en el año 919 como monasterio benedictino. Moran en él Religiosas Cistercienses. Algunos de los cultos públicos se celebran en latín y con canto gregoriano.

Desde aquí continuamos por un camino de tierra hasta la Alameda de El Parral; enseguida encontramos un puente de piedra que salva el río Eresma y, cruzándole, subiremos un empinado camino hasta el antiguo Convento de Santa Cruz la Real; la fundación de un convento de dominicos fue obra de Santo Domingo de Guzmán, aunque posteriormente los Reyes Católicos levantaron la espléndida fábrica actual, cuya iglesia ofrece una afiligranada portada. Fue su primer prior el famoso Fray Tomás de Torquemada. El edificio está cedido por la Diputación a la Universidad SEK, que viene realizando notabilísimas obras de mejora y conservación. A espaldas de la iglesia, y con entrada independiente, se encuentra la cueva en la que hacía penitencia Santo Domingo, convertida en pequeña capilla y en la que Santa Teresa de Jesús permaneció en éxtasis, conversando con el santo fundador, el 30 de septiembre de 1574. Se dice que la santa manifestó que había un gran parecido entre el santo con el que mantuvo el coloquio espiritual y la escultura que se venera en la oquedad situada sobre el pequeño altar.

La Santa Cueva es independiente del monasterio. Tiene entrada por una puerta lateral de aquél y da sobre la zona del ábside de la gran iglesia. Un breve jardín y un pórtico sencillo que da acceso al interior de la capilla; en una segunda capilla está la oquedad que constituye la primitiva cueva, en la que hay una imagen de Santo Domingo arrodillado, mirando una cruz y golpeándose el pecho (puede datar de 1600). También hay otra imagen del santo, esculpida por Sebastián de Almoacid, que data de los tiempos de los Reyes Católicos. La Santa Cueva sigue siendo propiedad de los Dominicos, y puede ser visitada avisando previamente en el monasterio de las Madres Dominicas.

 

El Monasterio de Santa María de El Parral

Por el mismo camino que nos trajo hasta el convento de Santa Cruz la Real, regresamos a la amplia y umbrosa Alameda, junto a la que discurre el río Eresma en dirección a la antigua Fábrica de la Moneda (cuya restauración parece estar próxima); en este punto hay que seguir por un empinado y pedregoso camino a la derecha, que nos lleva hasta el famosísimo monasterio de Santa María de El Parral, uno de los dos únicos en España que hoy siguen a cargo de los Monjes Jerónimos (el otro es el monasterio de Yuste). Se atribuye la fundación a don Juan Pacheco, marqués de Villena, si bien autor tan documentado como el marqués de Lozoya afirma que Villena fue fundador de la iglesia, mientras que el monasterio en su conjunto fue un deseo de Enrique IV. La atribución de la fundación a Juan Pacheco se debe a una leyenda que cuenta que existiendo en las proximidades de este lugar una capilla dedicada a la Virgen, fue punto elegido para un desafío entre Villena y otro caballero; este último se presentó acompañado de dos personajes, ante lo que el marqués, mientras desenvainaba su acero, dijo: “Traidor; no te valdrá tu traición, pues si uno de los que te acompaña me cumple lo prometido, quedaremos iguales”. La frase causó suspicacias entre los tres hombres, lo que aprovechó el marqués para herir a dos, mientras huía el tercero. El marqués prometió construir un Monasterio dedicado a la virgen.

El monasterio es de gran belleza en todos sus espacios, tanto la gran iglesia como los claustros y restantes dependencias, algunas de ellas mejoradas notablemente a través de los años gracias al entusiasmo de los monjes y a sus fructíferas gestiones. El templo está presidido por un impresionante retablo plateresco dorado y policromado, junto al que están los sepulcros de los marqueses de Villena, entre otros enterramientos.

Los monjes Jerónimos, dedicados a la oración y al estudio, trabajan también fabricando bancos de madera para templos. En sus preces utilizan el canto gregoriano; el monasterio dispone de reducida Hospedería sólo para hombres.

 

El Legado de Santo Domingo de Guzmán

El cronista Diego de Colmenares cuenta que Santo Domingo de Guzmán llegó a Segovia en 1218 a fundar su primer convento. Coincidió entonces que había una enorme sequía en la ciudad, y por intercesión del santo, Dios envió la lluvia sobre ella, por lo que la simpatía de los segovianos, cuyo núcleo principal vivía entonces en el valle del río Eresma, hizo que el dominico consiguiera del Papa Honorio III, para la ciudad de Segovia, una bula en agradecimiento a la acogida que los segovianos dieron a él y a sus frailes. Buscaba el santo un lugar apartado y encontró una Cueva no lejos del río Eresma, donde se dedicó a la oración y a la penitencia, para prepararse a la predicación a los segovianos. El lugar sigue conociéndose como la Santa cueva. Se construyó cerca una pequeña ermita, hasta que los Reyes Católicos, como antes se dice, dispusieron la construcción del gran convento, en una de cuyas paredes hicieron labrar, en piedra, su “Tanto monta, monta tanto”.

Regresamos pasando junto a la Fábrica de la Moneda hacia el barrio de San Marcos, donde, apenas llegados, subiremos un tramo de la carretera que lleva a Zamarramala para visitar la original iglesia de la Vera Cruz, también conocida como Los Templarios porque, según algunos historiadores, fue esta orden su fundadora, aunque hay otros que se inclinan a considerar dicha fundación como iniciativa de la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro. Lo cierto es que sobre el templo y los templarios hay varias leyendas. La iglesia tiene planta de polígono de doce lados con un triple ábside, una torre y dos portadas. En el interior y en el centro, un edículo o templete de dos plantas; en la superior hay un pequeño altar. Todo ello se relaciona con los ritos que se atribuyen a los templarios. Al ser extinguida la Orden del Temple, la iglesia pasó a propiedad de la Orden de San Juan de Jerusalén y posteriormente a la Orden de Malta, que tuvo su custodia hasta finales del siglo XVIII. Permaneció luego muchos años casi abandonada hasta 1845; más recientemente, en 1951, fue entregada de nuevo a la Orden de Malta, cuyos caballeros celebran en ella algunos actos y acuden, con sus uniformes característicos, a la procesión del Santo Entierro que desde la iglesia de Zamarramala llega a la Vera Cruz en la noche de cada Viernes Santo. En la capilla del templo, bajo la torre, hay un tabernáculo del gótico florido en el que durante siglos se veneró una reliquia de la Cruz de Cristo, donada por Honorio III en 1224, oculta desde hace años, para preservarla de intentos de robo, en la iglesia de la parroquia de Zamarramala, donde el “Lignum Crucis” se da a adorar a los fieles durante los oficios que en el templo se celebran el Viernes Santo. También se guardan en esta iglesia otros objetos procedentes de la Vera Cruz, entre ellos un cristo yacente. Este hoy barrio de Segovia, Zamarramala, es universalmente célebre por sus fiestas de las alcaldesas y aguederas, que se celebran en febrero, el domingo más próximo al día 5, en honor de Santa Águeda, con la particularidad de que en esta señalada jornada son las mujeres las que mandan en la colación. Visten la indumentaria antigua segoviana y las dos alcaldesas, con montera y vara de mando, presiden todos los actos. En la procesión con la imagen de la Santa, únicamente pueden bailar las mujeres, llevar las andas de la imagen e intervenir en el baile de rueda; con ellas sólo está un hombre, el cura párroco, que suele vestir manteo y teja a la antigua usanza religiosa.

 

El Convento de los Padres Carmelitas

Después de visitar la original iglesia de La Vera Cruz o Los Templarios, recorremos un corto trayecto hasta la Alameda de la Fuencisla, donde aparece la gran escalinata que nos lleva hasta el convento de los Padres Carmelitas; en una capilla del templo se encuentra el altar con la urna que conserva los restos de San Juan de la Cruz, fundador de este convento en 1586, a cuya construcción contribuyó con sus manos y del que fue primer prior. En la misma capilla, en el suelo, aparece descubierto el hueco que acogió los restos del santo hasta la construcción del actual mausoleo, en 1927. También hay en el convento un cuadro con la imagen de cristo que la tradición dice que habló al santo mientras oraba ante él; asimismo, una imagen de San Juan que se atribuye a Gregorio Fernández. En la amplia huerta, desde la que se contempla un impresionante panorama de Segovia, y en su parte más alta, hay dos ermitas, en una de las cuales se dice que el Santo Místico compuso algunos de sus más bellos poemas, posiblemente, entre ellos su “Llama de amor viva”. En la Semana Santa se celebra un multitudinario vía crucis por los caminos de este huerto. El finado papa Juan Pablo II, el 4 de noviembre de 1982, oró ante el sepulcro de San Juan de la Cruz, al que tenía gran devoción.

En el convento funciona un centro de espiritualidad, con residencia, muy concurrido durante todo el año con actividades de retiros, ejercicios, conferencias, reuniones de religiosos y seglares, etc.

 

Terminamos en el Santuario de la Virgen de la Fuencisla

Terminamos nuestra ruta de hoy en el Santuario de la Virgen de la Fuencisla, patrona de Segovia y su tierra, cuyo origen se remonta a la época del ya referido milagro de la judía Esther que fue despeñada desde las rocas bajo las que se cobija el actual templo, que data del siglo XVII. La imagen de la virgen es una escultura de pequeño tamaño pero de rasgos muy finos y entrañables, como asimismo la del niño que tiene en su mano derecha. El templo posee unas formidables y artísticas rejas y un púlpito gótico. También fue visitado por Juan Pablo II en 1982.

 

Personajes Importantes

JUAN DE YEPES nació en Fontiveros, Ávila, en 1542; posteriormente vivió en Arévalo y Medina del Campo, donde cursó estudios eclesiásticos; vistió el hábito del Carmelo en 1563, ordenándose sacerdote en 1567. Un año después comenzó la tarea de reformar la orden, adoptando entonces el nombre de Juan de la Cruz. Víctima de falsas calumnias, fue encarcelada, pero escapó descolgándose desde una ventana. En 1579 es rector del colegio de Baeza, luego prior del convento de Granada, vicario general de Andalucía, definidor primero y vicario de la casa de Segovia. Se retiró al desierto de Peñuela y fue a morir a Úbeda, el 14 de septiembre de 1591. Fue canonizado en 1674. De forma secreta, en abril de 1593 se trasladó su cuerpo desde Úbeda a Segovia, en cuyo convento de PP. Carmelitas se venera. Este hecho se dice que figura recogido en “El Quijote”, donde precisamente se cuenta el traslado sigiloso de un cuerpo desde Úbeda hacia Segovia.

 

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