La Granja de San Ildefonso

La Granja de San Ildefonso

Conocida, popularmente como La Granja, es famosa, por su Palacio Real y las monumentales fuentes de sus amplios y bellos jardines.

La parroquia de Nuestra Señora del Rosario, o del Cristo, mandada construir por Isabel de Farnesio, conserva varias importantes obras escultóricas, destacando una Soledad y el Cristo del Perdón, ambas de Luis Salvador Carmona, del que también hay otras esculturas en La Granja. A esta iglesia acudía con frecuencia San Antonio María Claret durante su estancia en el Real Sitio. El otro templo es el de Nuestra Señora de los Dolores, donde destaca el retablo del altar mayor con una dolorosa de tamaño natural, también de Salvador Carmona. Delante del Palacio Real está la Colegiata, en cuyo interior hay que admirar el sepulcro de Felipe V y su esposa, una bella Inmaculada de Maella y un cuadro sobre la Imposición de la casulla a San Ildefonso, que parece obra de Bayeu, y la afiligranada cruz parroquial considerada como la más bella obra del platero segoviano Antonio de Oquendo y que perteneció a la desaparecida parroquia segoviana de Santa Columba.

El origen de la población se remonta al reinado de Enrique IV, que tenía mucha devoción a San Ildefonso y mandó construir una pequeña capilla en su honor en terrenos de los que después serían famosos jardines; junto a ella, un pabellón para cazadores. Algún historiador atribuye esta fundación al hecho de que Enrique IV tuviera que luchar en este lugar con una fiera, a la que logró dar muerte. En 1477, los Reyes Católicos donan el lugar a los monjes Jerónimos, que crean una granja agrícola, de donde viene el sobrenombre de La Granja. Posteriormente, Felipe V compra a los monjes el terreno para edificar el actual palacio y sus famosísimos jardines.

 

 

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