Las artesanas del vidrio y otros tesoros que esconde el Versalles de Guadarrama

Las artesanas del vidrio y otros tesoros que esconde el Versalles de Guadarrama

Son los guardianes de un oficio que ya solo conocen unos pocos. La Real Fábrica de Cristales, la otra joya de La Granja de San Ildefonso, es el único lugar de nuestra geografía donde los maestros del vidrio tienen pupilos interesados en insuflar vida a un arte que en el siglo XVIII otorgó enorme fama a este enclave de Segovia al cobijo de Guadarrama.

En estos hornos se hizo el mejor vidrio de Europa. Aquí se crearon y engarzaron las lámparas de araña más deseadas de la época. Y de aquí salieron también los espejos más grandes y lustrosos del continente, los primeros en reflejar a sus distinguidos y vanidosos monarcas no ya de cuerpo entero, sino montados a caballo.

Hoy, esta fábrica es el centro que más artesanos reúne de España, junto a la mallorquina Gordiola, y el único lugar de formación de la técnica del vidrio soplado. Esos 300 trabajadores que se trajo Carlos III de 14 países distintos han quedado en eso, un dato histórico. Estos días apenas suman una docena. Aunque llama poderosamente la atención que la mayoría son mujeres.

Lo puede comprobar el visitante que se acerque a los hornos y talleres donde sopladoras y talladoras reproducen cada día algunas de estas piezas únicas con las mismas técnicas que hace tres siglos. Es uno de los momentos álgidos de la visita a la Real Fábrica que este año es más imprescindible que nunca.

No solo porque La Granja esté de moda, que lo está. Al palacio, las fuentes y maravillosos jardines que disfrutaron los Borbones se ha sumado un Parador nacional convertido durante la pandemia en uno de los más ocupados de España, pero también nuevos edificios que se restauran con atractivos estucos y coquetos comercios de pan artesano o clases de yoga que florecen en un entramado ya repleto de construcciones históricas.

PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD
No solo por esas novedades, decíamos, sino porque dentro de unos días arranca oficialmente el Año Internacional del Vidrio y, naturalmente, la Real Fábrica granjeña lo celebra a golpe de exposiciones, simposios y otras actividades. Es más, si el verano pasado el Gobierno reconocía la técnica del vidrio soplado como Patrimonio Cultural Inmaterial de España, este año la apuesta del Ministerio de Cultura es aún más ambiciosa: está previsto que en marzo se presente en la Unesco el expediente para solicitar la declaración de «conocimientos, las técnicas artesanales y las habilidades de la fabricación del vidrio artesanal» como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, un reconocimiento que tienen manifestaciones como el flamenco o la dieta mediterránea.

Lo mejor para desentrañar los secretos de este oficio es apuntarse a las visitas guiadas que ofrece la manufactura real. La guía, Patricia García, va tejiendo su relato con la historia de los primeros maestros, la técnica de los manchones y las gigantes mesas de colado, y todas sus anécdotas. Solo el edificio de 1770, con 25.000 m2, es impresionante. La nave de planta basilical con sus cúpulas colosales llegó a albergar 32 hornos. La materia prima no faltaba: la arena de sílice, principal componente del vidrio, se traía de los pueblos de la provincia, y la madera, cómo no, del bosque de Valsaín.

Se calcula que en nuestro país quedan unos 140 artesanos del vidrio. De estos, solo cerca de 36 son sopladores con caña y no llegan a 15 los grabadores. «Aquí tenemos cinco sopladores en el horno (dos son mujeres) y cinco talladores (cuatro mujeres). Y luego está la decoradora. Y la artesana montadora de arañas», enumera Paloma Pastor, directora de esta fábrica abrumadoramente femenina que ha trabajado intensamente en la conquista de ese anhelado reconocimiento de la Unesco. No es poco el triplete que se ha conseguido en La Granja: conservar no solo el edificio original de la manufactura real, sino también su uso y la técnica. Y lo mejor, el visitante lo puede ver todo con sus propios ojos.

 

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Fuente: El Mundo