Antigua fábrica de Chocolates Herranz en Migueláñez

Antigua fábrica de Chocolates Herranz en Migueláñez

Migueláñez es un municipio de la campiña segoviana con 130 vecinos empadronados (a 1 de enero de 2022) y dista 40 kilómetros de la capital segoviana y unos 4 kilómetros por carretera de Bernardos, localidad de mayor población. Está relativamente cerca de otros centros comarcales como son Santa María la Real de Nieva o Carbonero el Mayor. La localidad está ligada a la elaboración de chocolate desde finales del siglo XIX y conserva las instalaciones de la antigua Fábrica de Chocolates Herranz, que cesó su producción de manera definitiva en 1998.

 

Las visitas a esta fábrica de propiedad privada, que Prodestur, la entidad de la Diputación de Segovia que promueve el turismo en la provincia, ha dado a conocer recientemente a través, entre otros medios, de redes sociales, implican una interesante introducción en el patrimonio industrial de esta zona de la provincia, menos conocida que otras comarcas, pero con un atractivo indudable.

Esta fábrica de chocolate abrió sus puertas en 1946 y tuvo una larga vida, teniendo en cuenta la trayectoria de otras industrias nacidas en la posguerra en el medio rural. Más de medio siglo elaborando chocolate seguida de una década larga en desuso hasta que en 2009 una empresaria del sector turístico, María Jesús Fuentes, asume el reto de adquirir el edificio con la única línea de máquinas completa de su tipo y época en todo el mundo.

El proyecto parte de la idea “de perpetuar las huellas de nuestra tradición chocolatera”, según Fuentes, que en varias ocasiones ha comentado que “desde el principio nuestro deseo fue conservarla en las mejores condiciones y, poco a poco, limpiamos las máquinas —todavía tenían chocolate reseco de la última elaboración—” para abrirla al público y restaurar un edificio “con un profundo significado en la zona y la provincia”.

En ello sigue, y poco a poco, con mucho esfuerzo, ha introducido mejoras y su próximo objetivo es renovar la cubierta.

A partir de ahí nació también la idea de crear una empresa de turismo activo, con rutas de senderismo e interpretación del entorno, para todos los públicos.

El edificio es característico en sí porque fue construido con cuarcita, piedra extraída de la localidad de Domingo García, que destaca por su especial dureza. La cubierta es de pizarra de las canteras de Bernardos, las mismas que han nutrido El Escorial desde que Felipe II iniciara su construcción a finales del siglo XVI.

 

Tradición chocolatera

En un artículo publicado en El Adelantado en noviembre de 2018, Moisés Migueláñez Gómez explica que la localidad cuyo nombre lleva en el apellido es conocida en gran parte de España gracias a sus chocolates y explica que, además de Herranz, otra familia local, Rujas, comercializó Chocolates RUJAS, aunque de manera muy artesanal, ya que disponía de un sencillo molino de cacao en su vivienda y, la propietaria, Inés, vendía el producto en tiendas de la comarca. “Incluso iba con su ‘serillo’ bajo el brazo caminando a vender a Miguel Ibáñez”, recuerda.

Otra familia del pueblo, los hijos de Máximo Álvarez, según Moisés Migueláñez, fueron propietarios de una fábrica de chocolate en Madrid, comercializando el producto con las marcas ‘La Colonial’ y ‘La Española’, que llegaba a las tiendas de ultramarinos del pueblo.

Apunta, en cuanto a la fábrica de Chocolates Herranz, que empezó su producción con la maquinaria más moderna en ese momento de la mitad de los años cuarenta del siglo pasado y llegó a emplear un buen número de obreros, principalmente vecinos de Migueláñez pero también de Bernardos, y contaba con contable, encargado, conductores para su propia flota de camiones para el transporte tanto del producto final como de la materia prima, el cacao, que llegaba desde Guinea a los puertos del Norte de España.

La empresa llegó a tener un importante contrato con el Ejército, elaborando a través de la fabricación de porciones individuales de dos onzas con su envoltorio, lo que permitió dar más trabajo a los vecinos de Migueláñez “envolviendo chocolatinas, incluso en casas particulares porque no daba a basto para semejante demanda”.

 

La fábrica

Desde 1946 la familia Herranz elabora tres tipos de chocolate en esta fábrica segoviana (después abriría otra en Ávila): Sucedáneos (con menos de un 30% de cacao, como el chocolate blanco), Chocolate a la taza (de textura terrosa y que ha llegado a nuestros días) y Chocolate extrafino con almendras.

Las instalaciones son amplias y cuentan con un almacén, junto a la puerta de entrada, con un pequeño muelle de carga y un portón. Era el punto de entrada de la materia prima para elaborar el chocolate, el cacao que se importaba de zonas tropicales en grandes barcos que normalmente atracaban en el puerto de Bilbao, desde donde se transportaba a la provincia de Segovia.

La Sala de tostado de cacao conserva un viejo horno esférico que se alimentaba con leña y cáscaras de piñón y, junto a él, una máquina para limpiar los granos de cacao ya tostados, dejándolos lisos para procesarlos.

En la Sala de molido y amasado se encuentran grandes amasadores con rodillos de granito que, durante horas, movían el cacao para darle la consistencia adecuada. Tenían sistema de calefacción para mantener una temperatura idónea para la elaboración de cada tipo de chocolate, siguiendo las instrucciones del maestro chocolatero.

La fábrica está ubicada en la calle del Pozo de Arriba número 2 de Migueláñez y para conocerla lo mejor es ponerse en contacto y concertar la visita en los teléfonos 921 566 152 ó 659 422 522, o bien en el correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

La propietaria está abierta a visitas de grupos de colegios, institutos, etc., así como de empresas y ofrece catas, de chocolate pero también de productos de kilómetro 0, por ejemplo, y actividades complementarias, como ‘escape room’, entre otras.

 

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Fuente: eladelantado.com