La deslumbrante e histórica ermita que se erige a los pies de un acantilado

La deslumbrante e histórica ermita que se erige a los pies de un acantilado

Se encuentra situada en un paraje espectacular en la provincia de Segovia

España es tan fascinante, que cuenta con lugares emblemáticos y ubicados en localizaciones agrestes y espectaculares. En Castilla y León hay cientos de estos lugares y uno de ellos, es una pequeña ermita, en la provincia de Segovia, que se encuentra ubicada en el borde un acantilado, y que ha sido escenario, además, de escenas de una de las series más exitosas españolas, como La Casa de Papel. Nos estamos refiriendo a la ermita de San Frutos
Una emblemática ermita, situada en el Parque Natural de las Hoces del Duratón, en un bello promontorio ideal para ver lo que consideran algunos como los "fiordos segovianos", pero también el lugar más idóneo para observar planear o habitar en paz a los buitres leonados que la pueblan.
Este conjunto monacal, por el lugar privilegiado donde se encuentra, en uno de los meandros que conforman las Hoces del Río Duratón, se ha convertido en un de los lugares más visitados y concurridos de la provincia, a lo largo de todo el año, pero en especial en los meses de primavera y verano.

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Hay que remontarse hasta el siglo VII cuando se conocen los primeros datos de su fundación. La ermita, parece ser, se construía sobre una pequeña iglesia visigótica, después de una donación a cargo de Alfonso VI des este priorato al monasterio de Santo Domingo de Silos, allá por el año 1076. Bajo la dirección del maestro Michel, y después de la consagración del arzobispo de Toledo, Don Bernardo, sobre el año 1100 se construían unas dependencias para un reducido grupo de monjes que moraría por estas tierras, así como un cementerio.
Fueron más de siete siglos, generaciones de hermanos que convivieron en este lugar, hasta el año 1834, cuando debido a la desamortización de Mendizábal, fueron obligados a abandonar el lugar. Como tantos otros recintos patrimoniales de la Comunidad, el abandono y un incendio acabaron llevando a la ruina este monumento, que sería declarado Monumento Nacional en el año 1931.

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Consta de una sola nave de ocho metros de ancho con dobles arquerías ciegas a sus lados que se levantan sobre pequeñas columnas.​ Su acceso se realiza a través de dos puertas, la del lado norte es la principal, la otra está tapiada. Está formada por tres arquivoltas y guardapolvo. Las arquivoltas apoyan en cimarios adornados con motivos vegetales y en piletas lisas. Destacan una colección de 14 capiteles con ornamentación vegetal y escenas mitólogicas.

Y bajo el altar hay un sillar que recibe el nombre de piedra del santo; la tradición dice que si se dan tres vueltas (el paso es muy estrecho) se cura la hernia y con menos vueltas desaparecen los dolores.

Si uno quiere acceder a la ermita hay que atravesar un puente de piedra, salvando una gran grieta en la roca, denominada “Cuchillada de San Frutos”, que cuenta la leyenda que fue ideada por el Santo con su báculo para salvar a un grupo de cristianos perseguidos por los moros. A continuación nos topamos con una gran cruz de hierro forjada sobre un pedestal de piedra con siete llaves grabadas que corresponden a las siete puertas de Sepúlveda.

Al lado del ábside se hayan varias tumbas realizadas en piedra. Una pequeña necrópolis del siglo X, y junto al acantilado se puede observar también un pequeño cementerio. Eso sí, la decoración del conjunto es muy sobria, con únicamente motivos geométricos y vegetales y alguna descripción de escenas religiosas.

Fuente: La Razón Castilla y León